Empresa

Hijos de un
zapatero

Adriano Fusi clase 1935 es el más pequeño de siete hermanos: Lina la más anciana, Adriana, Ornella, Gino, Mario, Fernando. Adriano fue "un bache en el camino", la diferencia de edad con los hermanos mayores era tal que fue amamantado por su hermana y asistió a la escuela secundaria con su sobrino Rolando. La familia Fusi es de humildes orígenes, el padre Egisto es zapatero y los hijos se ven obligados a hacer los trabajos más diversos para poder subsistir. La actividad comienza inmediatamente después de la guerra con la apertura de una pequeña tienda de alimentación y reventa de tabaco por los hermanos mayores Gino y Mario. Adriano que se había centrado en los estudios después de una breve experiencia en la granja de Bonazza se une a la actividad.

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Paralelamente a la reventa de productos en la tienda los tres hermanos practican el trueque: cargan los productos alimenticios en un calesa y los intercambian luego por dos principales tipologías de bienes: los cereales y el aceite de oliva.
El aceite procedente de los campos circundantes de Tavarnelle, se almacenaba luego en el interior de barriles y se revendía a las industrias de aceite de oliva toscanas ya activas en el territorio.
Lo que dio empiezo a una actividad exclusivamente concentrada en el aceite de oliva extra virgen fue el frío invierno de 1956.
La ola de frío que se abatió sobre la Toscana, no sólo pondrá a cero la campaña oleícola del ‘56, sino que también reducirá fuertemente la capacidad productiva de la región para los proximos años. Los hermanos Fusi, por lo tanto, comenzaron a ir más allá de las fronteras regionales seleccionando aceites de las zonas menos afectadas por la helada, en particular el lago de Garda,
a fin de satisfacer las necesidades de las industrias extractivas de la Toscana y garantizar un abastecimiento suficiente de aceite de oliva.

El aceite un hábito diario

La “Fusi Mario e fratelli” empieza a convertirse en una actividad de comercio reconocida, tras los primeros éxitos se construye la primera sede operativa. El establecimiento albergaba en el primer piso las viviendas de los 3 hermanos y de las familias, mientras que en la planta baja el almacén, donde se almacena el aceite en barriles y por la primera vez en recipientes enterrados para garantizar una mejor conservación del aceite en el tiempo.

Los roles de los hermanos se definen con el tiempo con mayor claridad. Adriano que ha madurado ya una experiencia adecuada se ocupa de la gestión logística de todo el almacén y de la mezcla de los aceites. Vanguardista para la época, se había dedicado a aprender a degustar frecuentando la cámara de comercio de Bari, actividad en la cual se distinguió durante toda la carrera, Mario se ocupa del lado comercial de la actividad y Gino del transporte del aceite entre los clientes.

El trabajo no falta y la actividad sigue creciendo, en el ’71 los hermanos, deciden agrandarse aún más, construyendo la primera verdadera empresa de aceite de oliva toscano, cambiando el nombre de la empresa en “Azienda Olearia Valpesana”, nombre que luego se convertirá en una autoridad dentro del sector.

Francesco
Coraje e intuición

A fin de los años 80 comienza a trabajar en la empresa también Francesco, el hijo de Adriano. Después de una experiencia inicial en el almacén, comienza a acompañar al tío Mario y al primo Fabrizio en sus visitas comerciales a los clientes demostrando desde el principio una predisposición innata a la venta. El clima ya no es el de los inicios, las fricciones internas con la llegada de la segunda generación son evidentes y la incursión de Francisco dentro del departamento comercial fue la gota que colmò el vaso. Las exigencias de las partes se vuelven inconciliables, tanto que, después de un período de reflexión con el padre Adriano, en el ’92 a la edad de sólo 26 años asume la dirección de la empresa liquidando a Fabrizio y Mario gracias a la alianza estrecha con Gino y los hijos, Elisabetta y Marco. Francisco ahora, puede dar rienda suelta a sus capacidades. A pesar de su corta edad, los éxitos no tardan en llegar y su intuición se revela vencedora. La Azienda Olearia Valpesana pasa de las 11.000 toneladas anuales comercializadas en 1991 a las 40.000 toneladas de 1995. En el ’95 se realiza también la última división y la Valpesana sigue siendo, única propiedad de Adriano y Francisco.
A finales de los años ‘90 las crecientes cantidades de aceite manipulado y la escasez de almacenamiento ya no permiten a la Valpesana trabajar de manera óptimal, Francisco entonces se pone en busca de una nueva sede donde poder dar aliento adecuado a la actividad.
En 1997 se determinaron los terrenos y se iniciaron inmediatamente las obras, que terminarán en un tiempo récord, con la transferencia definitiva de la empresa en 2001. La nueva instalación de almacenamientos una obra maestra de técnica, el alto nivel de automatización permite reducir al mínimo los errores y los desperdicios.
El compromiso continuo y cotidiano en la actividad permite que la historia se repita, el trabajo crece y las 40000 toneladas manejadas durante 1995 se convierten en 60000 a principios de los años 2000. La reputación de la empresa está en su máximo apogeo y la fábrica de aceite toscano goza ahora de clientes nacionales e internacionales.

La verdad como el aceite,
siempre sale a la luz.

Hoy volvemos a ser Valpesana sin vergüenza, orgullosos de lo que hemos logrado realizar en estos años, orgullosos de no haber renunciado, orgullosos de los clientes que todo este tiempo han seguido creyendo en nosotros y en la bondad de nuestro trabajo.
Miremos adelante, conscientes de que la intuición y las cosas bien hechas han sido artífices de nuestro éxito en el pasado y seguirán siéndolo en el futuro.

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